Aunque ya hemos hablado mucho de impuestos, no
quiero dejar de lado un último intento por convencerlo de que tenemos un
problema serio en las finanzas públicas, que no puede resolverse con pura
voluntad.
Para hacerlo lo más claro posible, en la
Figura 1 pongo cuánto gasta el gobierno mexicano hoy en cuatro actividades:
educación, salud, seguridad y pensiones. No incluyo muchas otras cosas que el
gobierno hace: seguridad nacional, construcción de infraestructura, energía,
promoción, relaciones exteriores, gobernación, etc.
Nada más esas cuatro actividades requieren ya
ahora de 14 puntos del PIB. Sin embargo, como puede ver en la misma figura,
todos los impuestos que pagamos los mexicanos apenas llegan a 11 puntos. Es
decir que con lo que pagamos no alcanza para cubrir siquiera el mínimo de
operación del gobierno.

Dicen que mucho de ese dinero está mal
gastado, y es posible. Por ejemplo, en educación pagamos maestros que no dan
clase, pero aún si gastáramos mejor, no podríamos reducir mucho el gasto en
educación. Sí creo que podríamos obtener mejores resultados, y en esa dirección
va la reforma educativa. En salud, en cambio, gastamos muy poco, si nos
comparamos con los países europeos, en donde gastan 12 puntos del PIB, en
promedio, y casi todo lo paga el gobierno. En Estados Unidos, el gasto en salud
es de 17 puntos del PIB, aunque ahí el sector privado paga buena parte. En
seguridad, el gasto apenas llega a un punto del PIB, y con eso cubrimos
seguridad pública federal, PGR, e impartición de justicia. Es, posiblemente, el
caso más evidente de gasto insuficiente. Para tener buena policía, y buena
procuración e impartición de justicia, el gasto deberá multiplicarse varias
veces en algún momento del futuro. Claro que ahora no se puede porque ni eso
estamos pagando.
Finalmente están las pensiones, que ya están
muy cerca de los 3 puntos del PIB, a pesar de que la pensión promedio de los
asegurados por el IMSS apenas llega a 2 salarios mínimos. El gasto en pensiones
seguirá creciendo, y más rápido ahora que hay pensión universal.
Usted dirá si quiere que eliminemos alguno de
estos gastos, para poder pagar las otras funciones que no incluimos. O a ver si
se le ocurre alguna otra solución. Pero mientras lo piensa, el déficit del
gobierno va creciendo, y desde hace rato, como lo muestra la figura 2. Ahí
pongo tres mediciones del déficit, que espero que no lo confundan.

La línea roja es el balance tradicional del
presupuesto, que no considera algunos gastos que desde hace años se
contabilizan aparte (para que no se vea tan feo). A la hora de sumar esos
gastos llegamos a la línea verde, que es todo el faltante que tiene el gobierno
cada año. Para poder salir, el gobierno ha tenido que recurrir a ingresos que
no son normales, y por lo tanto no ocurren cada año. En 2009, por ejemplo, tomó
todas las utilidades acumuladas del Banco de México; en otros años vende
activos. El resultado de incorporar esos ingresos llamados “no recurrentes” nos
lleva a la línea azul, que es lo que se incrementa la deuda del gobierno y sus
empresas cada año. Se le llama a esa línea: “requerimientos financieros del
sector público.”
Note usted cómo la línea verde, que es el
déficit real del gobierno, se ha mantenido en la zona negativa. En particular,
de 2009 en adelante promedia 4.2% del PIB, que es más que lo que el gobierno
estima necesitar para 2014, y que tanto drama ha causado (es el punto final de
la línea azul). Hemos incrementado la deuda pública en 20 puntos del PIB en los
últimos 5 años, y eso no es poco. Y para el año próximo seguiremos en el mismo
ritmo.
Entonces, debe estar claro que no alcanza con
lo que pagamos. Si aún con estos datos usted cree que el gobierno mexicano
tiene ingresos de sobra, entonces ya no puedo hacer más. Pero si usted acepta
que tenemos un problema con los ingresos del gobierno, y que necesitamos
aportar más, viene entonces la discusión de a quién le pedimos ese dinero.
Desde hace muchos años existe la discusión de que
la tasa impositiva en México ya es alta y que lo que falta es ampliar la base
fiscal. Esto, de tantas veces que se ha repetido, es creído por muchos, aunque
la evidencia indica lo contrario. Ya la semana pasada
le presenté los datos de las tasas de ISR e IVA en los países de la OCDE en
comparación con México, y claramente no tenemos tasas elevadas.
Aún así, ampliar la base fiscal, es decir
cobrar a más mexicanos, no suena nada mal. La cosa es que no parece que podamos
lograrlo. Para que lo pueda usted imaginar mejor, la figura 3 indica por qué es
tan difícil. En ella aparecen tres datos diferentes, que espero no lo
confundan. La barra azul muestra cuánto es el ingreso de la población en México
por deciles, es decir, grupos de 10% de la población, ordenados de menor
ingreso (I) a mayor (X). Note usted que el decil con menor ingreso no llega a
un salario mínimo, mientras que el decil con mas ingresos promedia 8 salarios mínimos. De hecho, para entrar al 10% más
rico de la población basta con tener un ingreso de un poco más de 5 salarios mínimos,
es decir, cerca de 11 mil pesos mensuales.

La línea roja indica la probabilidad de que
una persona, en un decil, esté en la informalidad. En el decil de menor
ingreso, más del 95% de las personas está en la informalidad, mientras que en
el decil de mayor ingreso, el 21% son informales. En el promedio, 60% de los
mexicanos que trabajan lo hacen en la informalidad.
Finalmente, hay una cifra arriba de cada una
de las barritas. Es la tasa de ISR que pagaría una persona en ese decil,
descontando el subsidio para el empleo. Esta es la información que creo
relevante. Observe usted que esa cifra sólo es positiva a partir del decil VII.
Esto significa que más del 60% de los mexicanos no paga ISR, sino que recibe un
subsidio cada mes. Bueno, eso si está en la economía formal.
Pero la mayoría no está en la economía formal,
de manera que ni paga ISR ni recibe subsidio. El ingreso promedio de ese 60% de
mexicanos que vive en la informalidad se queda un poco por debajo de 2 salarios
mínimos. Para ese ingreso, el impuesto que corresponde sigue siendo negativo
(vea en el decil VI, que tiene más o menos un ingreso de 2 salarios mínimos).
Esto significa que si lográramos, por medio de
algún milagro, formalizar a todos los informales del país, la cantidad de
dinero que recaudaríamos por eso sería NEGATIVA.
Si usted se pregunta por qué los gobiernos en México han tenido tan poco
interés en formalizar a los informales, aquí está la respuesta. Si se
formalizaran, perdemos dinero. Por eso el procedimiento para formalizar, como
se propuso en la reforma fiscal, es ese mecanismo de incorporación, que permitirá
ir incluyendo a los informales de los deciles superiores.
Lo que se ha pensado desde hace años es que
mediante el IVA generalizado se puede incorporar a toda esa población que hoy
no paga. Eso es cierto, pero dado el nivel de gasto que tienen, la cantidad que
se recaudaría no es muy elevada. En donde más ganaría el fisco es en
desaparecer los huecos que algunos usan hoy para evadir IVA, y eso no es menor.
La estimación más razonable que hay es que podríamos incrementar la recaudación
de IVA en alrededor de un punto del PIB si generalizamos la tasa, con un
pequeño paquete de alimentos (y tal vez algunas medicinas) con tasa menor (10%)
o incluso alguno con tasa cero.
Si recaudamos un punto más del PIB
generalizando el IVA, lo que nos falta para cubrir las cuatro actividades
elementales que le comentaba en la figura 1 ya nada más sería un par de puntos
del PIB. Por eso se tiene que incrementar ISR, se tienen que implementar
medidas para frenar la evasión, y por eso, más temprano que tarde, vamos a
tener un IVA generalizado. Ah, y seguramente vamos a tener que ir pensando en
tasas más elevadas en IVA, sin que eso permita reducir el ISR.
Así está esto.